Unas huellas inquientantes…5 años C

Que nuestros niños se han hecho mayores es innegable, encontramos pruebas de ello cada día, en múltiples acciones y situaciones, pero la que ahora vamos a mostrar también forma parte de esa evolución natural que les va convirtiendo en adultos.

Hace varias semana encontramos unas huellas inquietantes en la clase, muy, muy pequeñas y de color negro, pero al pasar los días y no tener pruebas de otras evidencias, terminamos olvidando aquel hallazgo. Sin embargo y de repente una mañana, algunos de nosotros, los más madrugadores, volvimos a encontrar cerca de la puerta de clase, en el pasillo, aquellas misteriosas huellas; ya sí que no podíamos dejarlo pasar y como buenos investigadores, empezamos a analizar cada rincón, de manera estratégica y silenciosa, miramos por, las ventanas, los techos, los casilleros y la puertas y allí a través del pequeño cuadrado inferior de la puerta de nuestra clase, como si de una estatua se tratase, estaba el pequeño responsable de tanto alboroto, un ratón de color gris.

Lo tuvimos claro desde el principio, sin duda era él…El Ratón Pérez al tanto habíamos esperado, quién del mismo modo que habíamos observar inmóvil junto a la puerta, desapareció y corrió a gran velocidad sin dejar rastro. Desde entonces y a consecuencia, de la caída de los dientes de leche de muchos de los compañeros de clase, las visitas no han dejado de sucederse, le hemos visto trepar por nuestras sillas y mesas, saltar por los casilleros e incluso dejar su casa entreabierta. Basta con colocar nuestros dientes bien identificados en el pomo de su puerta y con la ayuda de Mofletudo, enseguida lo tenemos allí.

Sin duda y aunque valoramos sus sorpresas lo más importante es tener en cuenta lo que dicen sus notas, las que deja en nuestras agendas, porque en ellas nos muestra todo su cariño, sabemos que se preocupa por el cuidado y salud de nuestros dientes y en definitiva por nosotros y nuestro bienestar.

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Gracias por todo Ratoncito Pérez, te queremos mucho.